20 noviembre 2008
TINTA CON ADN
Dos peritos forenses cordobeses (Argentina) crearon una "tinta infalsificable"
Contiene ADN de la persona que emplea este producto, que es único en el mundo.
• Sus inventores solicitaron la patente para poder comercializarla
• Permitirá evitar la adulteración de cheques, títulos universitarios, obras de arte y cualquier tipo de documento
Las moléculas de ADN, aquellas que determinan los caracteres hereditarios de una persona, como el color de los ojos o del pelo, constituyen una suerte de huella digital personal e irrepetible. Esta frase, probablemente acuñada en 1985 cuando el científico inglés Alec Jeffreys desarrolló una técnica para identificar personas y parentescos a partir del análisis de sus genes, parece cobrar ahora un nuevo significado
Recientemente, un par de peritos forenses cordobeses ha solicitado la patente para un invento que amenaza con complicarles bastante la vida a quienes se dedican a falsificar cheques y documentos de todo tipo. Los doctores Rubén A. Simonetta y Juan Carlos Jaime crearon una tinta invisible e inalterable, fácil de transportar y de aplicar sobre cualquier elemento susceptible de falsificación, para impedir que esto suceda.
¿Qué tiene que ver el ADN con todo esto? Justamente, esta "tinta infalsificable" contiene parte del material genético de la persona que la emplea para ponerse a resguardo de los falsificadores. En caso de que se suscite un litigio judicial que involucre el documento protegido con este método, la persona revela cuál de sus genes ha sido incorporado a la tinta y, a través de un análisis de ADN standard, puede comprobarse si el documento ha sido alterado.
"Esta tinta puede ser aplicada sobre todo aquello que uno quiera que no sea adulterado: cheques, documentos, títulos universitarios u obras de arte, por ejemplo. La garantía es que el análisis para verificar la presencia de la tinta puede ser realizado en cualquier laboratorio del mundo", explicó a LA NACION el doctor Simonetta, perito oficial en lo que hace a huellas digitales genéticas del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba.
Originalmente, este sofisticado sistema antifalsificación fue ideado para uso personal. "Comenzamos a usarlo hace tres años, colocando nuestro propio ADN en la tinta, para identificar los informes que realizamos como peritos forenses y evitar así que falsifiquen nuestras firmas o algunos de los datos cruciales consignados en el documento", relató el doctor Simonetta, miembro fundador de la Sociedad Argentina de Genética Forense.
Al poco tiempo, continuó, "algunos jueces con los que tenemos contacto en nuestro trabajo se enteraron de que habíamos desarrollado este método y nos preguntaron si podían utilizarlo".
Fue entonces cuando Simonetta y Jaime, directores ambos del Centro Integral de Genética Aplicada (CIGA) de Córdoba, decidieron perfeccionar la técnica con miras a su uso masivo; contaron para eso con la colaboración del ingeniero electromecánico Julio Sabag.
Hoy, el método que estos peritos pretenden comercializar una vez que hayan obtenido su patente dista mucho del producto original. "Al principio colocábamos nuestro ADN directamente en la tinta de las lapiceras que usábamos -contó Simonetta-. Pero las lapiceras eran muy distintas, lo que constituía un obstáculo. Eso nos llevó a poner el ADN en una tinta invisible que puede colocarse con un aplicador en cualquier lugar, ya sea sobre una firma o sobre cualquier otro soporte."
El segundo cambio que experimentó este método, el más importante, fue el microencapsulado de las moléculas de ADN. "Al encapsular el material genético en otras moléculas proteicas, su contenido es mucho más resistente. Además, es otro elemento que impide su falsificación, ya que la persona que lo intente no sólo debería conocer los genes, sino también de qué está hecho el microencapsulado."
¿Cómo se produce la tinta antifalsificación? "Pasamos un hisopo por la parte interna de la mejilla de la persona que solicita el producto para extraer células bucales -respondió Simonetta-. Luego extraemos de ellas el ADN y lo amplificamos mediante una técnica llamada reacción en cadena de la polimerasa (PCR), tipificamos los genes y elegimos cuál vamos a utilizar."
El método desarrollado por los peritos forenses cordobeses echa mano de aquellas porciones de la cadena de ADN que se encuentran entre los genes (conocidas como microsatélites o ADN chatarra). "Siempre utilizamos una porción distinta como codificador genético, lo que hace aún más difícil su falsificación", apuntó Simonetta.
Una vez determinado cuál gen servirá de huella digital genética, se producen varios miles de copias que son microencapsuladas, para ser vertidas en la tinta invisible que el usuario podrá aplicar sobre aquello que quiere evitar que sea adulterado.
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